Las Murallas.
La defensa de las ciudades ha sido uno de los principales asuntos con que las distintas culturas se enfrentaban para asegurar el porvenir, no solo de sus habitantes y pertenencias, sino también de su cultura y forma de vida. Los romanos fueron los que perfeccionaron los distintos métodos de defensa mediante murallas. En España tenemos múltiples ejemplos, casi todos de los primeros años de dominación -S.I y S.II a.C.- y muchos de ellos restaurados o remodelados, que atestiguan la importancia que estas edificaciones tenían en el mundo romano. Con la "Pax Augusta", como es lógico, se redujeron las edificaciones deLas Murallas.
La defensa de las ciudades ha sido uno de los principales asuntos con que las distintas culturas se enfrentaban para asegurar el porvenir, no solo de sus habitantes y pertenencias, sino también de su cultura y forma de vida. Los romanos fueron los que perfeccionaron los distintos métodos de defensa mediante murallas. En España tenemos múltiples ejemplos, casi todos de los primeros años de dominación -S.I y S.II a.C.- y muchos de ellos restaurados o remodelados, que atestiguan la importancia que estas edificaciones tenían en el mundo romano. Con la "Pax Augusta", como es lógico, se redujeron las edificaciones de murallas, volviendo a reactivarse en el S.III por la presión de los pueblos bárbaros.
Por lo general, consistían en dos paramentos paralelos de sillería -opus quadratum- de tamaño variable, y entre ellos un relleno de mortero, piedras e incluso de hormigón romano. Estas paredes exteriores, a veces tenían los sillares almohadillados, y estaban separadas por 4 m. como mínimo, llegando a los 10 m. es ocasiones excepcionales.
Muralla romana de Caesar Augusta, (Zaragoza). Como ciudad romana de nueva planta, estaba protegida por una gran muralla con un perímetro rectangular con unas medidas que se aproximaban a los 1.000 m. de largo por 500 m. de ancho. Fue construida en el S.I a.C. y reforzada en el S.III ante el acoso bárbaro. La fábrica original de los muros exteriores era de sillares colocados a hueso en hiladas similares con un núcleo interior de opus caementicium. Su altura alcanzaría los 10 m. con un ancho de hasta 7 m. La torres defensivas y de vigilancia habituales en las murallas romanas se situaban cada 15 m. y eran de planta semicircular, siendo su número cercano a las 120.
Muralla romana de Ampurias (Gerona). La ciudad romana creada al lado de la "neápolis griega" se dotó de unas murallas que albergaban una ciudad rectangular de más de 22 hectáreas.
Muralla romana de Carmo (Carmona, Sevilla). Ciudad romana estratégicamente ubicada en una meseta y sobre un antiguo asentamiento cartaginés. De hecho, la muralla está compuesta por un conjunto de fábricas correspondientes a varias civilizaciones -fenicios, cartagineses, romanos, árabes...-, que en su momento la convirtieron en la ciudad más segura del sur peninsular. El conjunto, que se levanta sobre cimientos del S.VII a.C., comprende unas construcciones defensivas construidas por los romanos en el S.III a.C. Hoy podemos combrobar su origen romano en los sillares almohadillados de algunas zonas. El elemento fundamental es la llamada Puerta de Sevilla.
Muralla romana de Caurium (Coria, Cáceres). Construida en en los S.III y S.IV, ha servido como fortaleza en muchos conflictos bélicos, llegándonos hasta nuestros días en buenas condiciones. De fábrica de sillares colocados a hueso. Actualmente se conservan varias puertas -la de San Pedro y la de Nuestra Señora de la Guía- de acceso con sus torreones, pero casi todas han sido modificadas profundamente.
Muralla romana de Gerunda (Gerona). Curiosamente es de planta triangular, ha sido reedificada y reforzada en gran parte, dejando, en casos, la fábrica romana en su interior. Podemos observar grandes sillares ciclópeos utilizados como base en la original construcción. En otras zonas, como en la puerta de San Cristobal, se mantienen perfectos sillares colocados a hueso.
Muralla romana de León. Fue concebida como una muralla de madera para albergar y defender el campamento militar de la "LegioVII Gemina Pia Felix". Más tarde, cuando la población civil se estableció, la murralla se edificó con piedra. Actualmente no se conoce con certeza cual de los restos son originalmente romanos, y es posible que ninguno de ellos lo sea, ya que Almanzor y sus hijos arrasaron la ciudad en varias ocasiones, siendo las actuales murallas, muy probablemente, de factura medieval.
Además son de nombrar las murallas romanas de Cáceres, Ilipa (Alcalá del Río), Osuna, Baelo-Claudia (Cádiz), Itálica y de Acinippo (Ronda, Málaga).
Para la cultura romana, la muralla definía conceptualmente a la ciudad. Su construcción alrededor de cada nueva fundación colonial en los territorios conquistados no respondía exclusivamente a necesidades defensivas. La muralla, res sanctae, no era otra cosa que la materialización de una línea mágica, establecida según viejos rituales, que separaban tajantemente la urbs (núcleo urbano) del agger (territorio). Dentro del pomerium, los vivos; fuera los difuntos, las necrópolis. Dentro, las actividades políticas, administrativas, judiciales y comerciales o de mercado; fuera las actividades productivas, fundamentalmente agrarias. El trazado de la cinta muraria condicionaba la estructura urbanística interior, marcada por la situación de las puertas y la orientación de los dos ejes viarios principales: el decumano y el kardo máximos, en cuya intersección se disponía el foro, y a partir de los cuales, también se establecía la retícula callejera ortogonal.
La muralla fundacional, construida a mediados del siglo II a. C. presenta un perímetro de forma poligonal y aproximadamente 2.650 m. adaptado a la topografía más favorable p Para la cultura romana, la muralla definía conceptualmente a la ciudad. Su construcción alrededor de cada nueva fundación colonial en los territorios conquistados no respondía exclusivamente a necesidades defensivas. La muralla, res sanctae, no era otra cosa que la materialización de una línea mágica, establecida según viejos rituales, que separaban tajantemente la urbs (núcleo urbano) del agger (territorio). Dentro del pomerium, los vivos; fuera los difuntos, las necrópolis. Dentro, las actividades políticas, administrativas, judiciales y comerciales o de mercado; fuera las actividades productivas, fundamentalmente agrarias. El trazado de la cinta muraria condicionaba la estructura urbanística interior, marcada por la situación de las puertas y la orientación de los dos ejes viarios principales: el decumano y el kardo máximos, en cuya intersección se disponía el foro, y a partir de los cuales, también se establecía la retícula callejera ortogonal.
La muralla fundacional, construida a mediados del siglo II a. C. presenta un perímetro de forma poligonal y aproximadamente 2.650 m. adaptado a la topografía más favorable para la defensa, al aprovechar los escarpes naturales de los flancos oriental y meridional, así como el curso del arroyo del Moro a poniente. Con una extensión de 47.6 hectáreas, superficie comparable a la de otra colonias latinas en suelo italiano pero enorme si la comparamos con las mayores ciudades romano-republicanas de Hispania.
En esta muralla fundacional se abrieron cuatro puertas orientadas de acuerdo con los puntos cardinales, de las que aún no hay evidencia arqueológica, no obstante, dos de ellas se corresponden con las actuales "Puerta de Osario (al Norte) y C/ Blanco Belmonte (al Sur), entre las que discurre el kardo maximus. Las otras dos se corresponden con la "puerta de Gallegos" (al Oeste) y la "puerta de Roma" (al Este). Ya que estos puntos no están alineados se plantean dos posibilidades: un trazado originario para el decumano máximo en bayoneta o bien que la construcción del Centro de Culto Imperial de la actual Calle Claudio Marcelo en el lado opuesto de la "puerta de Gallegos" obligara a construir una nueva puerta más al Norte, que sería la "puerta de Roma".
Físicamente, la muralla consta de un paramento realizado con grandes sillares almohadillados conformando un aparejo de opus quadratum que se distribuye en hiladas alternas a soga y tizón. El ancho de la cimentación alcanza los dos metros, mientras que en alzado se reduce a 1.10/1.20 m. Al interior y distanciado unos 6/7 m. se dispuso un segundo muro paralelo y perimetral, más estrecho y bajo, para contener un terraplén o agger. El espacio entre ambos paramentos se colmató con un relleno de arcillas compactas con cantos de río, en la que se alternan capas de picadura de sillar con otros paquetes arcillosos, lo que nos indica que los sillares se labraron a pie de obra.
Muy poco se conoce respecto a las torres. La única trabada a la muralla fundacional se encuentra en el lienzo Norte (Plaza de Colón 8) y es de planta semicircular de 7 m. de diámetro. Otra torre, esta vez cuadrada, y localizada en esta ocasión en Ronda de los Tejares 13, se viene fechando entre el 50 y 45 a. C., momento en el que las tropas de César asedian y conquistan la ciudad.
Durante el reinado del emperador Tiberio, la ciudad amplía su perímetro amurallado hasta las 79 hectáreas, fijando el límite Sur en la línea descrita por el río Betis. La técnica empleada para dicha ampliación sigue el modelo empleado por los constructores republicanos, aunque se aprecia un menor cuidado en algunos aspectos, reutilizándose material constructivo de desecho en algunos puntos. Con esta ampliación, desaparece el lienzo Sur republicano y su puerta, que se traslada ahora al entorno del puente. Se abren también nuevas puertas, como la actualmente denominada de Almodóvar, la de Sevilla, necesaria para el acceso desde la ciudad al puerto fluvial, la de la Pescadería en la esquina suroriental de la ciudad. Asimismo se remodelan en este momento las antiguas puertas republicanas.
Este nuevo perímetro amurallado será el que defina la ciudad durante toda la época Antigua y buena parte de la medieval, aunque con ligeras variaciones posteriores. Una de ellas es el derribo de un tramo del lienzo oriental para permitir la construcción de las terrazas del centro de culto imperial de la actual C/ Claudio Marcelo (foro provincial altoimperial). Otras reformas posteriores, ya de época bajoimperial se han localizado en la zona Norte (Plaza de Colón nº 4), que pudo coincidir con momentos de inestabilidad.
ara la defensa, al aprovechar los escarpes naturales de los flancos oriental y meridional, así como el curso del arroyo del Moro a poniente. Con una extensión de 47.6 hectáreas, superficie comparable a la de otra colonias latinas en suelo italiano pero enorme si la comparamos con las mayores ciudades romano-republicanas de Hispania.
En esta muralla fundacional se abrieron cuatro puertas orientadas de acuerdo con los puntos cardinales, de las que aún no hay evidencia arqueológica, no obstante, dos de ellas se corresponden con las actuales "Puerta de Osario (al Norte) y C/ Blanco Belmonte (al Sur), entre las que discurre el kardo maximus. Las otras dos se corresponden con la "puerta de Gallegos" (al Oeste) y la "puerta de Roma" (al Este). Ya que estos puntos no están alineados se plantean dos posibilidades: un trazado originario para el decumano máximo en bayoneta o bien que la construcción del Centro de Culto Imperial de la actual Calle Claudio Marcelo en el lado opuesto de la "puerta de Gallegos" obligara a construir una nueva puerta más al Norte, que sería la "puerta de Roma".
Físicamente, la muralla consta de un paramento realizado con grandes sillares almohadillados conformando un aparejo de opus quadratum que se distribuye en hiladas alternas a soga y tizón. El ancho de la cimentación alcanza los dos metros, mientras que en alzado se reduce a 1.10/1.20 m. Al interior y distanciado unos 6/7 m. se dispuso un segundo muro paralelo y perimetral, más estrecho y bajo, para contener un terraplén o agger. El espacio entre ambos paramentos se colmató con un relleno de arcillas compactas con cantos de río, en la que se alternan capas de picadura de sillar con otros paquetes arcillosos, lo que nos indica que los sillares se labraron a pie de obra.
Muy poco se conoce respecto a las torres. La única trabada a la muralla fundacional se encuentra en el lienzo Norte (Plaza de Colón 8) y es de planta semicircular de 7 m. de diámetro. Otra torre, esta vez cuadrada, y localizada en esta ocasión en Ronda de los Tejares 13, se viene fechando entre el 50 y 45 a. C., momento en el que las tropas de César asedian y conquistan la ciudad.
Durante el reinado del emperador Tiberio, la ciudad amplía su perímetro amurallado hasta las 79 hectáreas, fijando el límite Sur en la línea descrita por el río Betis. La técnica empleada para dicha ampliación sigue el modelo empleado por los constructores republicanos, aunque se aprecia un menor cuidado en algunos aspectos, reutilizándose material constructivo de desecho en algunos puntos. Con esta ampliación, desaparece el lienzo Sur republicano y su puerta, que se traslada ahora al entorno del puente. Se abren también nuevas puertas, como la actualmente denominada de Almodóvar, la de Sevilla, necesaria para el acceso desde la ciudad al puerto fluvial, la de la Pescadería en la esquina suroriental de la ciudad. Asimismo se remodelan en este momento las antiguas puertas republicanas.
Este nuevo perímetro amurallado será el que defina la ciudad durante toda la época Antigua y buena parte de la medieval, aunque con ligeras variaciones posteriores. Una de ellas es el derribo de un tramo del lienzo oriental para permitir la construcción de las terrazas del centro de culto imperial de la actual C/ Claudio Marcelo (foro provincial altoimperial). Otras reformas posteriores, ya de época bajoimperial se han localizado en la zona Norte (Plaza de Colón nº 4), que pudo coincidir con momentos de inestabilidad.
LA MURALLA DE ADRIANO
La muralla de Adriano. En el año 112 de nuestra era, el emperador Adriano visitó Britannia y, con el fin de protegerla de las belicosas tribus de Caledonia, ordenó construir una muralla. Una parte importante de esa magnífica obra de 117 kilómetros continúa todavía en pie.
La Muralla de Adriano está flanqueada por dos importantes ciudades: Newcastle y Carlisle, capitales respectivamente de Northumberland y Cumbria, dos regiones fronterizas. Newcastle, el punto de partida de esta ruta, es por derecho propio la gran ciudad del extremo norte de Inglaterra. Situada en un lugar privilegiado, en la desembocadura del río Tyne, conserva numerosos restos de su pasado, incluyendo un castillo y magníficos edificios de la época victoriana. Los monumentos más característicos de la capital de Northumberland son, sin embargo, sus impresionantes puentes de hierro, que dominan el horizonte, y constituyen un punto de referencia inevitable. Además, el Museo Arqueológico ofrece una perfecta introducción al mundo del Imperio Romano.
Antes de comenzar la ruta propiamente dicha, el viajero debe acercarse al barrio costero de Wallsend (el final de la muralla) para ver dónde termina o comienza esta obra, en las cercanías del mar del Norte.
Los primeros restos notables de origen romano se encuentran en Corbridge, a 30 kilómetros de la ciudad, aunque a medio camino se debe visitar el castillo medieval de Prudhoe. En Corbridge existe un interesante museo, en donde se pueden ver los graneros militares de Corstopitum, los mejor conservados de toda Inglaterra. El siguiente punto de interés está en Chesters, donde podemos admirar los restos del fuerte de Cilurnum, una de las fortalezas que se construyeron en las cercanías de la muralla. En el museo anexo se guarda una de las mejores colecciones de escultura e inscripciones romanas del país.
Los 30 kilómetros siguientes albergan los restos más impresionantes de esta frontera. La muralla, en su parte central, está construida con piedras y tiene una altura de cinco metros. Se accede únicamente a pie y hay que ir dejando el coche, obligatoriamente, en los diferentes aparcamientos indicados en el recorrido. La zona más espectacular está situada entre Housestead y Cawfields, donde el bellísimo paisaje salvaje del parque nacional de Northumberland crea las condiciones idóneas para admirar esta gigantesca obra hecha por el hombre. Es recomendable conseguir un mapa detallado del recorrido en cualquiera de los puntos de información que se encuentran en el camino.
Antes de llegar a Carlisle, todavía quedan dos lugares de gran importancia para comprender la historia de la Muralla de Adriano: el Museo del Ejército Romano, que está ubicado en los alrededores del fuerte Magna y Birdoswald, donde todos los elementos primordiales del limes o frontera romana, han sido perfectamente conservados. A diferencia de Newcastle, Carlisle, la capital de Cumbria, es un lugar provinciano, apacible, aunque lleno de encanto. Vale la pena visitar la catedral y recorrer las calles peatonales del casco viejo.
De forma opcional, el viajero se puede acercar en muy pocos minutos al estuario del río Solway para comprobar los últimos restos visibles de la muralla, que a esta altura no son de piedra sino de tierra conglomerada. La muralla que fue reparada y ampliada en el año 209, en tiempos de Severo, fue abandonada en el año 383 y sólo a finales del siglo pasado comenzaron a realizarse continuos trabajos de consolidación. A pocos kilómetros de Carlisle se alcanza la frontera escocesa y el pueblo de Gretna, donde hasta hace relativamente poco muchas parejas inglesas, menores de edad, se acercaban para casarse sin el permiso paterno, acogiéndose al derecho escocés.
Alberto Beltrán Toribio.
David Molina Camacho.
4ºC.
viernes, 11 de abril de 2008
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